
La impresión en 3D está revolucionando el mundo de la arquitectura. Ha conseguido resultados impensables para solucionar el alto coste que supone la vivienda. Fue hace 6 años, en 2013 cuando la empresa china WinSun logró imprimir 10 viviendas durante 24 horas para que fuesen montadas por humanos. El año pasado la empresa norteamericana emergente, o startup, Apis Cor construyó una residencia en un día. Y la iniciativa más de vanguardia corre a cargo del Gobierno de Dubai que prevé construir la cuarta parte de edificios nuevos en 3D para el 2030.
Un hito en la construcción en 3D ha sido la vivienda ganadora de un concurso organizado por la NASA, para edificar estructuras habitables fuera de la Tierra, que será construida con un compuesto de basalto biodegradable y reciclable derivado de materiales provenientes de Marte.
Sintetizando los procesos de construcción en 3D se conforman básicamente en tres fases: la preparación de datos, preparación de concreto e impresión. Hay que tener en cuenta que se parte de un archivo creado en un software de diseño de tipo CAD.

Dentro del terreno de las edificaciones civiles esta forma de imprimir permite la incorporación de componentes geométricos complejos. Por ahora hay algunos inconvenientes ya que, por ejemplo, se excluye parte de la mano de obra y las impresoras 3D ocasionan un alto coste de inversión para las empresas, además del mantenimiento y traslado al lugar de edificación. Sin embargo sigue siendo su bajo coste de producción, la reducción del tiempo de construcción y la importancia de que no producen apenas residuos lo que hace que dicha tecnología sea una apuesta definitiva para el futuro de la construcción.